
En 2012, un curioso giro de los acontecimientos, apicultores en el noreste de Francia se sorprendieron al descubrir que sus abejas habían producido miel de tonos azul y verde. ¿La razón? Las abejas encontraron una fuente inesperada de alimento: residuos azucarados de una planta cercana que procesa M&M’s, los famosos dulces recubiertos de colores.
Al parecer, las abejas, atraídas por los desechos pegajosos de la fábrica, optaron por esta nueva fuente de azúcar en lugar del néctar habitual de las flores. Como resultado, la miel adquirió colores inusuales, lo que llevó a los apicultores a desecharla debido a su composición no convencional.

Tras el descubrimiento, la empresa responsable tomó medidas para evitar futuras incursiones de las abejas, asegurando los contenedores de residuos. Este incidente destaca cómo las actividades humanas pueden influir de manera inesperada en la naturaleza y la producción de alimentos.